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Son los tiempos de la Gran Depresión y el protagonista de la novela, Dove Linkhorn, es un buscavidas al que su padre ?un predicador desquiciado? ni siquiera llevó a la escuela, de modo que el muchacho ha tenido que aprender lo que sabe en las malas calles donde convive con vagabundos, drogadictos, prostitutas y delincuentes de baja estofa. Ellos y otros miserables, situados en lo más bajo de la escala social o directamente excluidos de ella, forman una fauna desahuciada que se desplaza en vagones de mercancías, vive al margen de las leyes y carece de otro objetivo que la mera supervivencia. Algren no condena los excesos y desafueros de su colección de inadaptados, pero tampoco se sirve de ellos para hacer una ingenua apología de los perdedores, aunque Dove encarna algunas virtudes ?la lealtad, el humor, un carácter enamoradizo? que muestran cómo la dignidad no es incompatible con la desgracia. El discurso del narrador se inscribe en la línea del realismo descarnado, pero no está exento de lirismo y participa también de la tradición picaresca, sin mensajes ni moralinas de ninguna clase.
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